Conseguir la pensión por incapacidad permanente total puede ser un camino muy difícil, incluso tortuoso. La Seguridad Social se encarga de decidir cuándo una persona debe recibir esta recompensa, que se otorga cuando, una vez que se ha agotado el tratamiento médico prescrito, el trabajador sigue presentando problemas funcionales graves que disminuyen o anulan su capacidad laboral. Los empleados cuyos trabajos son más físicos tienen más problemas en este sentido. Uno de los casos más complejos es el de un hombre que trabajaba en una fábrica de coches y fue diagnosticado de espondiloartrosis cervical con mielopatía y omalgia en el hombro derecho. Dicho de otra manera, mucho más simplificado: fuerte dolor en la espalda para una persona que realiza trabajos físicos.