La intensa actividad de Javier Milei en Río de Janeiro acaba de dejar un par de trazos fuertes en política exterior: cierto equilibrio para mantener perfil propio sin llegar al quiebre en el marco del G20 y giro desideologizado en la relación con China. Eso último, sobre todo, pone en crisis un eje de su propio discurso -el rechazo a cualquier “pacto con comunistas”- y expone un obligado pragmatismo en plena “batalla cultural”. Ocurre justo después de la puesta en escena de la organización ultraoficialista “Las Fuerzas del Cielo”, que se estrenó con consignas de intolerancia y como trinchera principista. ¿Contradictorio? No mucho, más bien repetido y peligroso como mensaje de los “leales” de todos los tiempos.