MADRID.– Hace aproximadamente 160 millones de años, Crisálida, una de las casi 90 lunas que orbitaban Saturno, se volvió inestable, entró en el campo de gravedad del planeta gigante, se desintegró y sus restos formaron los característicos anillos. Este satélite perdido logró liberar a Saturno de la atracción del vecino Neptuno, con el que estaba sincronizado, y le dejó en la órbita que se observa en la actualidad.