Suele suceder el día después de una exhibición. Porque la producción de River frente a Vélez (sobre todo, en el primer capítulo, en el que ganaba por 4-0 pero el resultado moral debió ser 6-2) se pareció a la excelencia. Dura un suspiro, habitualmente. Es imposible replicar en continuado tamaña actuación, hacerlo en los siguientes desafíos. Pierde chispa o le encuentran la mano. Los jugadores levantan el pie del acelerador o el entrenador confunde el futuro. Por eso, tan importante era el día después. El triunfo sobre Excursionistas, de la primera B, por 3 a 0 en Santa Fe, por la Copa Argentina, confirmó la tendencia. Aquello fue sólo una tarde de verano.