Un día cualquiera, a Julián Alvarez se le escapó una verdad escondida. Quería jugar más, ser protagonista, escapar al letargo del salvador de los minutos finales en Manchester City, habitualmente el mejor equipo del mundo. Pep Guardiola no lo tomó nada bien. “Leí que quiere jugar más y va a pensar su futuro. Que lo piense y nos informe”, exclamó, en un principio.