laopiniondemalaga.es - 08/11/2024 11:00:32

San Pablo sí que echa ahora de menos a don Juan


¿Que opinas de este título?



Aunque llevaba meses ausente por enfermedad, en San Pablo aún se añoraba la presencia, siempre dispuesta, de don Juan, el vicario parroquial del templo trinitario, o coadjutor, como siempre se ha conocido a quien desempeñaba estas funciones de ayuda al párroco. Este viernes ha fallecido a los 80 años de edad Juan José Chinchilla Catalá y a partir de ahora sí que tiene motivos para echarlo de menos, aunque una parte de él quedará siempre presente en sus muros, en su elevadas ojivas góticas proyectadas por Gerónimo Cuervo o en los pliegues de la túnica blanca del Cautivo, del que era ferviente devoto. Ha muerto en el Centro Gerontológico Buen Samaritano, donde residía y era atendido. El entierro será este sábado 9 de noviembre, a las 10.00 horas, en San Pablo, como no podía ser de otro modo, según ha informado la diócesis de Málaga. Sus restos mortales, hasta entonces, serán velados en la misma residencia. Nació en Madrid en 1944. Se hizo cura ya mayor, con 42 años, después de trabajar como mecánico de vehículos pesados la mayor parte de su vida y tras su experiencia con los Misioneros de la Esperanza. Lo dejó todo para vivir en las chabolas, "junto a los gitanos", como el mismo decía. No se ordenó hasta 1986. Entonces, comenzó su ministerio sacerdotal como adscrito en la parroquia de San Pedro de Antequera. Poco después fue nombrado párroco de Villanueva del Trabuco y Villanueva del Rosario, donde sirvió hasta 1994 y donde dejó una gran huella entre sus feligreses. También en Alfarnate y Alfarnatejo. En la capital, antes de llegar a San Pablo, fue también vicario parroquial en San Felipe Neri y en el Buen Pastor. Y ha sido capellán del Centro Penitenciario de Málaga y del Hospital Civil, donde nunca le faltaba una estampa o una medalla del Cautivo para repartir entre los enfermos que solicitaban esta ayuda espiritual. En sus últimos años sacerdotales, colaboró activamente con la parroquia de San Pablo, "entre gente sencilla, además de las cofradías", junto a los párrocos José García Rosado, en primer lugar, y después con Manuel Arteaga y José Manuel Llamas, dejando muestra de su talante, a veces controvertido, pero siempre con las cosas claras a mayor gloria de Dios.